Acabo de terminar una sesión que me ha dejado un sabor de boca extraño.
La mujer que viene a mí consulta ha estado con una "Terapeuta transgeneracional" con quien estuvo trabajando su árbol genealógico.
Ella. A quien llamaré María viene con rabia, dolor y necesitando entender porque la terapeuta le dice.
TU ERES LA SALVADORA DE LA DE LA FAMILIA
En serio!
Qué responsabilidad ha puesto sobre sus hombros.
Salvadora!
Y mientras la escucho desbordando en dolor, en llanto, sobre una decisión de no tener un hijo. Sostiene.
Me ha dicho:
NO HAS QUERIDO TENER EL HIJO. ENTONCES ERES UNA ASESINA.
Me quedé helada.
En serio, esto pasa...
Quién eres tú "Terapeuta" para juzgar como en la Inquisición lo que ella ha hecho, o dejado de hacer.
Cómo personas, Psicóloga y Terapeuta,
Lo primero, o por lo menos así lo aprendí yo en mis años de formación y lo llevo como estandarte es:
- Respetar a la persona que tengo en frente, con su dolor, su vulnerabilidad, su miedo. Ese que trae a cada sesión.
- Respetar sus decisiones, este o no de acuerdo con ellas, me gusten o no, son suyas. Y son VALIDAS.
- Y sobre todo. Aceptar incondicionalmente a la persona que tengo en frente, más allá de sus acciones, más allá de los juicios.
Quién viene a una sesión a sanar el duelo por un aborto, ya trae muchas veces una carga de culpa importante. ¿Para qué añadirle más?
Hacer terapia, acompañar a otros en el sufrimiento, no es abrir un recetario y dar fórmulas magistrales, recetas de culpa y dosis de juicio.
No para mí,
No en mi forma de comprenderlo.
Me preocupa, que en el “mercado de las terapias” ocurra este tipo de situaciones. Y no es la primera vez que recibo a alguien desbordado por lo que dijo un Terapeuta o Coach, o por lo que apareció en el árbol, o en una constelación.
No hablo de la técnica, hablo del poder que tiene Tu palabra Terapeuta, coach, psicólogo, asesor, counsellor, o como te llames. Para para esa persona que viene y se sienta a abrir su dolor delante de tuyo.
Expreso, aquí mi preocupación, mi enojo y desconcierto.
y a la vez, hago un llamado al respeto, a la humanización del acompañamiento, al cuidado en la terapia, al cuidado de la persona que acude a las terapias, a revisar nuestra práctica, nuestro papel en el acompañamiento.
Sé que es un post, diferente a lo que suelo publicar. Pero necesita hacerlo.
Gracias a quienes me leen y sobre todo gracias a María por permitirme acompañar su dolor.
Gracias por leerme y compartir.