Para muchos de nosotros, la palabra más difícil de decir es una de las más cortas y fáciles del vocabulario: No. Anda, dilo en voz alta: No.
No, fácil de pronunciar, difícil de decir. Nos da miedo caerle mal a la gente, o nos sentimos culpables. Podemos creer que un "buen" empleado, hijo, padre, cónyuge o cristiano nunca dice no.
El problema es que si no aprendemos a decir no, dejamos de caernos bien a nosotros mismos y a la gente a la que siempre tratamos de complacer. Quizá incluso lleguemos a castigar a los demás a causa del resentimiento.
¿Cuándo decimos no? Cuando realmente queremos decir no. Cuando aprendemos a decir no, dejamos de mentir. La gente puede confiar en nosotros, y nosotros podemos confiar en nosotros mismos.
Pasan todo tipo de cosas buenas cuando empezamos a decir lo que queremos. Si nos asusta decir no, podemos darnos algo de tiempo. Podemos tomarnos un descanso, ensayar la palabra y volver para decir no. No tenemos que brindar largas explicaciones por nuestras decisiones.
Cuando podemos decir no, también podemos decir sí a lo bueno. Nuestros noes y nuestros síes empiezan a ser tomados en serio.
Ganamos control sobre nosotros mismos. Y es entonces cuando aprendemos un secreto: que en realidad no es tan difícil decir "no". Hoy diré no si eso es lo que quiero.
Melody Beattie "El lenguaje del adiós"
- En ocasiones he dicho que sí a una cena o un evento, cuando lo que me apetecía era ir a descansar para estar bien al día siguiente.
- En ocasiones he asistido a una boda a la que no me apetecía ir.
- En ocasiones he creado alguna empresa con otras personas con las que mi intuición me decía que las cosas no saldrían bien.
- En ocasiones he aceptado mantener relaciones “por miedo a decir no”, sabiendo que no eran ni lo que yo quería
Te podría dar una larga lista. Supongo que tú también tienes algunos ejemplos que me podrías dar ¿verdad? ¿A cuántas cosas te hubiera gustado decir que no?
¿Por qué nos cuesta tanto decir que no?
Lo cierto es que no existe una única respuesta. Aquí van cuatro posibles razones:
Necesidad de aprobación.
Sentimiento de culpa.
Miedo al rechazo
Miedo a las críticas
Algunas herramientas que puedes empezar a probar
1. Decir “no” a secas. Lo cierto es que lo más sano tendría que ser poder decir “no” a secas y quedarte tranquila. Pero sabemos que cuando tratamos con personas que nos importan, amigos, familiares, clientes, no resulta tan fácil... muchas veces caemos en el juego de la manipulación y si ello lo hemos vivido en casa... nos hemos habituado a aceptar el chantaje como modo de no poder decir no.
2. Decir “no” pero...Es una forma de aplazar el no... y quizá dar otras razones... mientras te acostumbras a decir simplemente NO
Propón una alternativa
Esto es totalmente optativo y puedes hacerlo en aquellos casos en los que consideres oportuno. Si piensas que no eres la persona más indicada para hacerlo puedes proponer a otra. Si quieres hacer lo que te proponen pero piensas que no es el momento adecuado puedes proponer otro momento.
- Se empático, no simpático. No hay que confundir la empatía con la simpatía. Mientras que la empatía se centra en escuchar al otro, la simpatía tiende a responder al otro. Y con frecuencia esa respuesta tiende a ser que sí porque al querer ser simpáticos lo que se tiende es que obtener la aprobación del otro.
- Acepta que no puedes con todo. Quizá en el trabajo o en casa vivas esa constante de debo decir si a todo, así ven que valgo, me reconocen, demuestro... decir que sí a todo provoca que tu vida pase a un segundo, tercer y cuarto plano, es decir, dediques buena parte de tu tiempo a satisfacer los deseos y las necesidades de los demás.
- Entrena el no. Si sabes de antemano que te cuesta decir que no, entonces es necesario que practiques por tu cuenta y te entrenes para decir No a las personas. Un buen ejercicio es ponerte frente a un espejo y repitas frases como: Lo siento, no lo haré, NO, no quiero, NO, no puedo.
- Trabaja tu lenguaje corporal . No sólo hay que saber decir que no de palabra. También es importante saber decir que no con tu lenguaje corporal. ¿Cómo hacerlo?
Aquí van algunas pistas:
Mira a los ojos de la persona a la que le dices que no.
Mantén los brazos y las manos firmes.
No juegues con pendientes, collares, relojes, pulseras…
No cruces tus brazos sobre el pecho.
Imagina que esa persona a la que le dices no, en vez de ser muy grande y poderosa es pequeña, como un muñeco, un muppet.
Es algo que puedes ensayar frente al espejo.
7. Demora tu respuesta.
No tienes por qué responder inmediatamente a las peticiones de los demás. Quizás necesites un tiempo para pensarlo. En ocasiones el silencio, hace que el otro responda y se de cuenta de nuestro NO.
Lo más importante es ser fiel a ti mismo.
Qué ganaré si aprendo a decir No, cuando así lo decida de manera consciente?
Cuando aprendo a decir “No”, puedo dejar de autoengañarme, de culpar y culparme, de justificar, fingir, complacer, renunciar y rendirme. Cuando aprendo a decir no, un no que nace de la responsabilidad conmigo mismo, consigo:
- Disponer de más tiempo para mi.
- Disponer de más tiempo para compartirlo con las personas que amo.
- Disponer de más tiempo para hacer aquellas cosas que realmente me satisfacen.
- Conservar el equilibrio y la dignidad personal.
- Seguridad y confianza.
- Saber quien está realmente conmigo y quien está conmigo para conseguir cosas de mi.
- Aumentar mi autoestima.
- Ser honesto conmigo mismo, al conectar con quien soy, qué necesito y decidir libremente mi respuesta.
- Tiempo para hacer aquello que es importante para mi.
- Soltar las culpas.
- Tener en cuenta mis verdaderas necesidades
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A qué no estás diciendo que NO en estos momentos de tu vida?
¿Cuál es el NO que daría equilibrio a tu vida?
Espero que esta información te haya sido útil, y si quieres trabajar tus emociones y creencias, miedos , Mejorar tu vida de pareja, bienestar y salud emocional, no dudes en ponerte en contacto.