Este fin de semana se celebra en Latinoamérica el día de la madre, para mí el día de la madre se celebra hoy y todos los días.
Hace algunos años, tras una recaída (pre-infarto) que sufrió mamá, de forma amorosa todos empezamos a hablar y reconocer conscientemente como ella es uno de los pilares más importantes de nuestra vida; en mi caso, mi fuente de magia, sabiduría, sanación intuitiva, creatividad, empuje y berraquera.
Es hermoso reconocer como ha sido dadora de vida, ha presta su cuerpo para que nosotros viniéramos a este mundo y además ha sido el canal a través del cual recibí la capacidad mágica, curativa y los dones ancestrales de una cultura indígena que amaba la naturaleza, el contacto con la tierra, que crearon, cultivaron, amasaron la vida de muchos de nosotros.
Ser mujer indígena con todo lo que ello representa es uno de los valores más sagrados y quizá más dolidos. Para mí recordar las raíces de la mujer indígena que me trajo al mundo, es una forma de reconocer todo el potencial de un ser especial que ha luchado día tras día para salir adelante, buscando un lugar diferente en el mundo.
A través de mi madre aprendí la capacidad de ser creativa, buscarme y rebuscarme, probar cosas nuevas y diferentes; pero sobre todo, a no quedarme quieta. Hoy es un día especial para ella y para mí en el que celebró el haber venido a esta familia, con una madre de la que no aprendí a cocinar pero si a coser y tejer no solo con telas sino también los sueños propios y los de otras, a ser fuerte, valiente, luchadora, soñadora, inquieta, viajera y mucho más. Esos son los mejores regalos que recibido de mí madre.
Hoy honro su presencia en mi vida como una maestra para mí y para muchas mujeres. Honro que con sus 80 años siga persiguiendo sueños, buscando que otras mujeres crezcan, aprendan, sean autónomas. Reconozco su valentía y a la vez su fuerza para acompañar otras mujeres desde la psicología del corazón, del alma, de unos oídos que se sentaban escuchar historias para luego reconfortar con una palabra y su sonrisa.
Honro a esa mujer de manos tersas, rasgos indios, piel morena que parece que no le pasa el tiempo; a esa mujer y madre que desde su sabiduría me permitió comprender un mundo mágico, reconocer la capacidad de las plantas, el poder sanador de las manos; pero sobre todo deja en mí un legado y don un hermoso para compartir con otras mujeres.
Honro tener una madre a pesar de los años sigue aprendiendo, una madre que me enseña que todo lo que se aprenda es bueno, pues va a servir en algún momento de la vida.
Honro tener una mujer madre que me enseño desde la sencillez a comprender las necesidades de otros; desde pequeña compartir lo poco material desde la muchos del corazón; pero sobre todo una mujer que sigue disfrutando aún estando entre la vida y la muerte y se permite sonreír, escuchar un bolero, bailar un tango, descubrir el amor y la felicidad a pesar de lo avanzada en años.
Hoy honro tener una madre que con el paso de los años se va haciendo más sabia, esa mujer que siempre ha sido abierta, respetuosa y sobretodo confiada en el camino y pasos que dieron sus hijos.
Hoy la honro y pesar de la distancia celebró que este un poquito más de tiempo conmigo, con nosotros. Agradezco de corazón todo lo que de ella he recibido y todo lo que a través de ella me ha venido en esta la vida.
Gracias mami.
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