Sanación Holística en el Camino del Duelo: Transformando el Dolor en Sabiduría

"El duelo puede hacerte sentir como si estuvieras perdiendo la cordura..."

Lamento decir que en el fondo, es una verdad. El dolor puede hacerte sentir que estás en un desequilibrio emocional.

Al principio, te sientes totalmente fuera de lugar, con ganas de desahogarte con todos, llorar por cualquier cosa, usar la misma ropa durante días, sin apetito, sin bañarte, sin querer hablar con nadie, etc. ¡Es una montaña rusa de emociones!

Con el tiempo, esa sensación de desequilibrio disminuye, pero aún te sientes extraño, como si estuvieras habitando un cuerpo que no es tuyo, usando un traje que no encaja del todo.

Pero aquí viene la buena noticia... En realidad, una pizca de "locura" es normal cuando se trata de dolor y duelo.

Se ve diferente para todos porque todos experimentamos y vivimos el dolor de un modo diferente, pero en cierto nivel, todos luchamos por comprendernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea frente a una pérdida profunda.

Piénsalo, no es lo mismo, si pérdida  que has tenido fue repentina o si fue anticiparla, el proceso es diferente.

Si alguna vez se necesitara una justificación para la locura temporal, ciertamente se podría encontrar uno entre la gama de reacciones y emociones asociadas con el dolor y la pérdida:

Sanación Holística en el Camino del Duelo: Transformando el Dolor en Sabiduría #

Es comprensible que para muchos sea un desafío adaptarse a estas abrumadoras emociones. Un día te encuentras caminando como siempre, y al siguiente sientes que algo ha tomado control de tu cuerpo. Tus acciones y reacciones se vuelven impredecibles, confusas, incluso caóticas.

Solemos buscar apoyo en familiares y amigos, pero incluso ellos parecen diferentes; algunos te evitan, otros te protegen, algunos te sobreprotegen, algunos lloran en exceso, y otros critican la forma en que manejaste las cosas. Es NORMAL, es posible que ellos también estén viviendo una porción de esta confusión; desafortunadamente, la educación no nos prepara para lidiar con el dolor.

Todos estamos buscando una nueva normalidad.

Las primeras semanas son como un terreno cubierto de niebla. Te levantas cada mañana pensando que tal vez todo fue una pesadilla, y pasas el día tratando de dar sentido a la vida sin tu ser querido.

Justo cuando empiezas a lidiar con ello (o no), te ves forzado a regresar a la vida que tenías antes del duelo. Parece absurdo que el mundo siga su curso ante tu tragedia, pero lo hace. Lamentablemente, la mayoría de los que sufren no pueden abandonar sus responsabilidades por mucho tiempo: padres, empleados, profesores, madres solteras. Ahora viene la gran tarea de seguir adelante en los roles que cada uno tenía antes de la pérdida. En algunos casos, incluso deben asumir nuevos roles, tareas y responsabilidades (aquellas que la persona fallecida solía llevar a cabo), al menos por un tiempo: hacer las compras, cocinar, administrar el presupuesto familiar, ser padre o madre soltero/a, tratar asuntos bancarios y de seguros, cuidar de los nietos. Cada uno en su propia situación.

También está el otro lado de la moneda: aún más desconcertante es el vacío que sienten aquellos que tienen menos responsabilidades debido a la pérdida. Quizás pasaste el último año o meses como cuidador, manejando tratamientos, recetas, citas médicas, visitas a la farmacia, listas mensuales de compromisos, cuidando a alguien más, etc. Ahora que esa persona se ha ido, toda la rutina debe cambiar, el cuidador debe reinventarse. Otra tarea desafiante.

Pero esto no solo ocurre con la muerte; hay muchos escenarios en los que se experimentan emociones similares de duelo: la pérdida de una mascota, los hijos creciendo y abandonando el hogar, el nido vacío, la pérdida de una pareja, el divorcio, mudarse a un nuevo país o ciudad, cambiar roles laborales.

La vida cambia para siempre y las cosas parecen carecer de sentido, grises y vacías.

Este es el momento en el que realmente empiezas a sentir que lo estás perdiendo todo (pero no lo estás). Los amigos ya no saben qué decir. Se espera que vuelvas al trabajo, la escuela, la rutina, la vida, pero no sientes lo mismo.

Todo lo que sabías sobre la vida ha cambiado. Estás cuestionando tu fe y el significado de tu existencia. Te preguntas si estás mejorando y ya no puedes ver el mundo en colores. Puedes sentirte enojado/a con Dios o con lo que creas, y preguntas una y otra vez por qué...

Si estás aquí, te pregunto: "¿Cuál es tu dolor?" Aquel que te impide ver los colores del día. Sí, incluso el color y la sensación a tu alrededor cambian; el día podría ser como cualquier otro, pero para ti, está gris. Punto. Una persona en duelo a menudo lucha por encontrar la belleza y la alegría en la vida. De hecho, puede ser poco probable que te detengas a admirar la belleza de un arcoíris, te maravilles ante la inmensidad del océano o la sonrisa de un niño.

Quiero decirte que no estás sumido en una profunda depresión y que no te estás apartando de la "normalidad" por no ver el mundo en colores. Aún no estás enloqueciendo. Estos son sentimientos normales. Lo sé porque he experimentado mi propio dolor y lo sé porque he escuchado a cientos de personas en duelo hablar sobre experiencias similares.

Y tranquilo, en algún momento, las cosas se volverán más llevaderas. La intensa y persistente angustia del dolor agudo será reemplazada por momentos menos frecuentes de tristeza, enojo y frustración. Aunque seguirás teniendo días malos, sabrás que las cosas están mejorando cuando esos días sean superados en cantidad por días "buenos". Esto no significa que lo hayas "superado", avanzado u olvidado. Una parte esencial de la sanación es descubrir el papel que jugará tu ser querido en tu vida después de su partida.

Y lentamente... muy lentamente... los tonos grises de la vida irán transformándose en una amplia gama de colores; de hecho, el día recuperará su brillo. El mundo se descongelará y empezarás a encontrar belleza en lugares que nunca habrías esperado. Tu temporada de dolor te habrá dejado exhausto/a pero más fuerte. Sabrás que nunca volverás a ser el mismo/a y comenzarás a aceptar que debes integrar a tu ser querido y sus experiencias en tu presente, continuando a vivir TU VIDA... con un poco más de locura, más experiencia y mucha más sabiduría.

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No estás solo en este viaje.

Con amor,

Alejandra León,

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