Si bien a lo largo de nuestra vida hemos escuchado en multitud de ocasiones estereotipos sobre los hijos únicos, los hermanos mayores y los hermanos pequeños, y nos hemos extrañado porque no coincidían con nuestra experiencia personal o al contrario, hemos estado de acuerdo porque conocíamos a personas que encajaban en esos estereotipos… sin embargo, ¿qué hay realmente de cierto en todo esto?
Algunos expertos tienen la teoría de que el orden de nacimiento es una herramienta importante para predecir la conducta de un adulto. Y de determinar la forma de sentir y percibir al mundo. El Psiquiatra Alfred Adler (1870-1937) propuso por primera vez una teoría sobre el efecto del orden de nacimiento en la personalidad. Otros teóricos como Frank Sulloway y Delroy Paulhus también escribieron sobre el tema.
Ahora imagínate por un momento que te vas de viaje con tus hermanos, los cuales ya son adultos. ¿Con que situación de las siguientes te identificas más?
- El viaje lo has estado planeando tú durante semanas, con todo lo que conlleva: reserva de hotel, coche de alquiler, restaurantes… Tuviste en cuenta a tus hermanos en todo momento y buscaste tiempo y espacio para desconectar emocionalmente.
- Te has tirado toda el día organizando las cosas de forma precipitada, ajustando los últimos preparativos y dejando tu hogar preparado para los días que vas a encontrarte ausente.
- ¡Te suena súper divertido realizar el viaje familiar que tenéis programado! No tienes nada organizado, tan solo disfrutar de la experiencia, reírte y pasarlo bien con tus hermanos. Disfrutas de cómo tu hermano mayor organiza todo y no has tenido que mover ni un pelo.
Si la situación número 1 te es familiar, seguramente seas el mayor de los hermanos. Si la segunda encaja con tu persona o te sientes identificado, probablemente seas el hijo del medio. Si te quedas con la última, seguramente eres el bebé de la familia.
En general, se cree que el orden en que las personas nacen es tan importante como el género y casi tan importante como la genética. No existen dos niños que tengan los mismos padres, aunque pertenezcan a la misma familia, ya que los padres son diferentes con cada uno de sus hijos.
Mientras que el primogénito goza de privilegios incuestionables, también siente ser príncipe destronado. Mientras que el segundo se acompleja por no ser “tan” como el primero y sufre de la impotencia de no poder hacer nada por cambiarlo, luego se adapta con gran facilidad a los diferentes papeles que le toca interpretar en la vida. Los hijos menores pueden ser seguros, maduros y precoces, por haber tenido muchos mayores siempre como ejemplos a seguir.
Tipo de personalidades entre hermanos
El hijo mayor está programado para la excelencia y los logros, el hijo del medio es criado para que sea comprensivo y conciliador, y el bebé busca atención. El resultado genera que el orden en que nacen los hermanos sea una variable poderosa a la hora del desarrollo de la personalidad.
El hijo mayor: Líder y responsable
Frecuentemente, los hijos mayores tienen más cosas en común con otros hijos mayores que con sus propios hermanos. Al haber sido los primeros, sus padres pusieron tanta atención sobre ellos cuando eran los únicos niños en la casa, que tienden a ser mucho mas responsables, cuidadosos, equilibrados y confiables que sus hermanos. Son, en cierta, forma, una proyección de sus padres.
Los hijos mayores suelen ser: Seguros, concienzudos, tienden a ser estructurados, son cautelosos, controladores, triunfadores, responsables, saben comportarse , reflejan una versión en miniatura de sus propios padres.
Por lo general, son personas que logran muchas cosas y buscan la aprobación de los demás, pero por otro lado son dominadores y perfeccionistas. Generalmente, se desarrollan mejor en carreras de liderazgo tales como leyes, medicina o como gerentes. Con sus hermanos actúan como si fuesen mini-padres, por lo cual intentan dominar a sus hermanos acostumbrándose a ser guías de los demás desde que asumieron ese papel con sus hermanos.
El gran problema que experimentan los hermanos mayores es que cuando llega el próximo hermano pueden experimentar un sentido de pérdida, ya que serán destronados de ese lugar especial que les daba el ser el único. Toda la atención, que antes era exclusivamente suya, ahora debe ser compartida con su hermano. Este sentimiento de pérdida puede dar lugar a una cierta propensión a desarrollar un carácter melancólico.
Generalmente, los primogénitos son exigentes, personas precisas, les encanta prestar atención a los pequeños detalles y tomar el mando. Están orientados hacia objetivos, quieren el control total y tienen la necesidad de ganar y salir victoriosos en todo.
El hijo del medio: Social y negociador
El hijo del medio a menudo se siente relegado por pensar que la atención de sus padres está dedicada al hijo mayor o al bebé (hijo menor) de la familia. Este tipo de pensamientos puede dejar huellas que terminan generando este tipo de características:
Por lo general son personas que quieren agradar, un poco rebeldes, tienen un círculo social grande, son pacificadores, son comprensivos, son cooperativos, flexibles, competitivos. Les cuesta poner límites.
Los hijos del medio sienten que no han recibido la cantidad de atención necesaria de parte de sus padres y, debido a esto, tratan de compensar este déficit con su grupo de amigos.
Es por esto que los hijos del medio se caracterizan por tener un círculo de amigos muy cercano, al cual sienten como si fuese una parte adicional de su familia. En este grupo de amigos intentan lograr la atención que probablemente no sintieron recibir de su familia.
El rasgo de personalidad que define a los hijos del medio es justamente opuesto al del hermano mayor o menor. Para evitar el conflicto y la competencia directa, un hijo del medio a menudo va en una dirección marcadamente opuesta a la de sus hermanos. Tienden a ser complacientes con la gente y por lo general odian la confrontación, generando una gran capacidad de negociación. Esta habilidad la van desarrollando desde pequeños, una vez que entienden lo que tienen que hacer para ganar la atención de sus padres. Son expertos en ver los dos lados de un problema y siempre tienen ganas de hacer felices a todos.
Como su vida social se ha desarrollado mejor que la de sus hermanos, tienden a relacionarse mejor con la gente, no tienen dificultades para actuar en equipo, son confiables, constantes y leales.
El hijo menor: Simpático y seductor
Los hijos menores tienden a ser los más independientes y libres de espíritu, ya que sus padres al tener más experiencia y menos tiempo para brindarles atención, también les imprimen menos responsabilidades.
Los hijos menores por lo general son adorables, no tienen complicaciones, son manipuladores, egocéntricos, autónomos, sociables.
Los hijos menores se encuentran con padres que ya han obtenido la suficiente experiencia y confianza en sus roles como padres, por lo cual éstos tienden a ser menos exigentes y relajados con los menores, ya que no se alarman tanto por las cosas innecesarias como lo hacían con los hermanos mayores. Debido a esto, son mas libres y, al haber sido el “bebe” de la familia, han tenido menos responsabilidades, por lo cual tienden a generar un estilo más creativo y relajado.
La experiencia de los padres hace que no estén tan pendientes de las acciones del menor; es por esto que los más chicos tienen más libertad que sus hermanos, por lo cual van desarrollando una personalidad más independiente. Pero al mismo tiempo, tratan de llamar la atención permanentemente, generando una personalidad llena de carisma y simpatía. Generalmente, son los peores alumnos, los payasos de la clase y el alma de las fiestas. Si bien son personas alegres y extrovertidas, tienden a aburrirse rápidamente y poseen un fuerte miedo al rechazo y poca capacidad de atención. Debido a sus habilidades con la gente, los nacidos al último pueden ser muy buenos manipuladores. Generalmente los hijos menores optan por la actuación, la música, el diseño o afines.
El hijo único
Ser hijo único es una posición compleja en una familia. Sin hermanos que compitan con él, acaparará toda la atención y recursos de sus padres, pero no sólo durante la infancia sino durante toda su vida.
Los hijos únicos se caracterizan por ser maduros para su edad, perfeccionistas al extremo, híper-responsables, diligentes, líderes. Se sienten más cómodos con adultos que con otros niños.
Los hijos únicos, al crecer rodeados de adultos, son más verbales y generalmente más maduros. Esto puede permitirles que desarrollen más su intelecto, ya que al haber pasado tanto tiempo solos, van generando ciertas habilidades como el ingenio y la creatividad. En muchos aspectos, los hijos únicos son muy similares a los primogénitos, pero llevan sus cualidades al extremo. Son líderes natos y tienden a ser muy perfeccionistas, conservadores y organizados. Son difíciles de manejar. Suelen ser implacables, muy exigentes y odian admitir que están equivocados y por lo general no aceptan bien las críticas.
El cuarto, quinto y sexto hijo repiten las tendencias del primero, segundo y tercer hijo. Lo mismo para los siguientes.
En psicogenealogía contemplamos más variables para determinar el estilo de relación entre una persona y el mundo. Una de las claves para empezar a interpretar el árbol genealógico era ésta, la posición en la hermandad. No es simple concluir como influye la hermandad en el desarrollo de la personalidad, ya que son múltiples las variables que intervienen.
EL PRIMOGÉNITO intenta conquistar el mundo.
EL SEGUNDO intenta vivir en armonía con el mundo.
EL TERCERO se inclina a eludir el contacto con el mundo. El cuarto, quinto y sexto hijos repiten las tendencias del primero, segundo y tercer hijo. Lo mismo para los siguientes. Como el 1º: el 4º, el 7º, el 10º… Como el 2º: el 5º, el 8º, el 11º… Como el 3º: 6º, el 9º, el 12º…
En psicogenealogía contemplamos más variables para determinar el estilo de relación entre una persona y el mundo. Una de las claves para empezar a interpretar el árbol genealógico era ésta, la posición en la hermandad. No es simple concluir como influye la hermandad en el desarrollo de la personalidad, ya que son múltiples las variables que intervienen. Pongamos diez de ellas con una pequeña reflexión en cada una:
1.-Número de hermanos. Cuando no hay hermanos, la estimulación y la seguridad pueden estar aseguradas, pero a cambio, en un hijo único se concentran todos los proyectos que los padres tenían para los hijos que pudieran venir, lo que suele traducirse en una sobre-exigencia, amplios contratos de lealtad y una fuerte prohibición de fracaso. Cuando son varios hermanos, cualquiera tiene que esforzarse para ser visto, se comenten abusos, se roba la infancia y hasta el territorio, pero a cambio se aprende a compartir.
2.-Posición en la hermandad. Mientras que el primogénito goza de privilegios incuestionables, también siente ser príncipe destronado. Mientras que el segundo se acompleja por no ser “tan” como el primero y sufre de la impotencia de no poder hacer nada por cambiarlo, luego se adapta con gran facilidad a los diferentes papeles que le toca interpretar en la vida. Los benjamines puede que triangulen con sus padres, quedando atrapados entre ellos como contraveneno de la vejez y de la muerte, o que establezca con ellos contratos sadomasoquistas, pero también pueden ser seguros, maduros y precoces, por haber tenido muchos mayores siempre como ejemplos a seguir.
3. Haber sido deseado de otro sexo.
Es frecuente que el primogénito sea deseado como varón y el segundo como mujer.
Detrás de varios chicos, el deseo de una chica puede dar lugar a un chico con un fuerte nudo homosexual. Detrás de varias chicas, el deseo de un chico puede originar una chica también con nudo homosexual.
4.-La diferencia de edad entre los hermanos. Poca diferencia de edad da lugar al conflicto de territorio compartido. Los padres desean un sólo hijo y tienen dos, de manera que reparten talentos y derechos entre ambos, a ninguno se le permite contar con el territorio completo que le corresponde, ni desarrollarse en sus cuatro egos tal cual son. Mucha diferencia de edad entre hermanos, da lugar a hijos únicos y a que el más pequeño tenga varios padres y madres, pues los hermanos mayores funcionan a veces como segundos padres y madres.
5.-Abortos o fallecimientos de hermanos antes o después. El que vive puede cargar con el que muere, en especial si es del mismo sexo o le colocan el nombre del muerto, con el agravante de que el que muere es idealizado, de tal manera que el hijo de reemplazo vivirá con un sentimiento de frustración constante, por sentir que no cumple las expectativas que los padres han depositado sobre él.
6.-Ocupar el mismo lugar en la hermandad que el padre o la madre, o alguno de sus hermanos con el que tuvieran una relación significativa. Los conflictos que los padres vivieron en su hermandad son proyectados inconscientemente en la hermandad de sus hijos, produciéndose identificaciones inevitables e influyendo en que se repitan conflictos, vínculos y relaciones entre sus hijos, para resolver los antiguos.
7.-El nombre como primer contrato o como pantalla de proyección. Nombres repetidos del árbol en una misma hermandad, favorecen que entre los hermanos se revivan conflictos vinculados a dichos nombres. Celos, rivalidades, relaciones incestuosas, narcisismo, etc.
8.-La fecha de nacimiento, si coincide o no con otro acontecimiento significativo del árbol. La ley del árbol es la repetición y éste tiende a reparar heridas haciendo crecer una rama nueva en el lugar en el que se traumatizó con anterioridad. El hermano que nació el mismo día que murió el abuelo, será tratado de manera diferente a los demás, pues el inconsciente familiar sabe que viene a sustituirlo.
9.-El evidente parecido físico con algún progenitor o miembro de alguna de las ramas familiares
A veces, cuando los padres tienen un físico muy diferente o son de razas distintas, el hijo que tiene un parecido evidente con uno de ellos, es absorbido por el árbol de éste. Depende de la salud de la pareja, puede haber una aceptación o un rechazo por parte del otro árbol de origen. El sistema se complica con la llegada de un segundo hijo que pertenezca a la otra rama familiar, pudiendo entre ellos reproducir el tipo de relación que exista entre sus propios padres.
10.-El nivel de consciencia del árbol en el momento del nacimiento. El que lo anterior llegue a ser sombra o llegue a ser luz depende del nivel de consciencia de nuestro árbol en el momento en que nacemos.
Si no encajas en estas definiciones, ten en cuenta que no se trata de reglas generalizadas; sin emnrago cuando se trabaja el árbol familiar muchos de estos aspectos saltan a la luz.
Espero te haya gustado y te ayude en este camino de sanación con tus ancestros, prosperidad y abundancia Y si necesitas profundizar en tus emociones, creencias, transgeneracional, sanación femenina, no dudes en contactar.
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