Un post de Alejandra León
En los procesos terapéuticos, la reconciliación es un punto clave del proceso. Hablamos de reconciliarnos con el pasado, con la familia, con la pareja, con Dios, con las creencias; pero pocas veces escucho hablar de reconciliarnos con nuestra Menstruación.
Este texto surge después de una sesión que tuve recientemente, y que me animo a compartir parte del trabajo de reconciliación desde una perspectiva de la Sanación Femenina.
María, mujer de 40 años, que llega a mi consulta con un diagnóstico de menopausia precoz.
El motivo de la consulta: Buscar respuestas, quiere comprender por qué se le retiro la menstruación tan joven.
Con ella hemos trabajo su mundo de creencias, su sentir, su lugar en la familia, sus emociones… y en medio de este caminar surge la necesidad de la reconciliación con la regla, con la menstruación.
Manifestaba su sentir así: “Pero cómo puedo reconciliarme con la Menstruación, siempre la he odiado, desde que me vino la primera vez, siempre fue un problema. Cuando me vino la primera vez sentí vergüenza, me tapa los pechos, no me gustaba como estaba cambiando mi cuerpo. Cada mes era horrible, abundante, 7 días sangrando, dolorosa, con mareos, perdida del conocimiento, no había nada que la calmara. Y mes a mes, el mismo suplicio.
Cuando se fue, lo agradecí, paraba el sufrimiento… luego me dolió, me dio pena, era una emoción parecida a un - te quiero pero te odio-. Y ahora que no viene, me siento fatal”
Una nueva visión
Una nueva visión sobre el ciclo menstrual ha comenzado a fraguarse a través de una tendencia creciente que busca reconciliar a la mujer con este aspecto de su biología y, a través de su conocimiento, reconectarla con su esencia femenina.
En nuestra cultura y quizá en muchas culturas, la menstruación ha sido tratada como algo negativo, algo oculto, sucio. Este hecho ha repercutido profundamente en la psique de nosotras como mujeres, en nuestra alma. Este descontento y no aceptación de un proceso natural que se sucede mes a mes en nuestros cuerpos, ha generado una herida femenina que habita en nuestros cuerpos. Miedo, desencanto, vergüenza, necesidad de esconder, limpiar, quitar. Cada una dentro de nuestra historia lo vivimos de modo diferente.
Cómo lo has vivido tu?
Cuando una niña se hace mujer y comienza a sangrar, en su cuerpo se da lugar un suceso de gran trascendencia genealógica: se hace parte del hilo rojo que une a todo el linaje de mujeres del árbol.
Este hilo alude a los filamentos de ADN que llevan escritos los códigos genéticos que hacen posible la menstruación, así como la particularidad de sus características: duración, cantidad, color, nivel de salud, sensaciones, síntomas, dolores etc. Esto implica que infinitas memorias históricas comienzan a aflorar desde el inconsciente profundo, cobrando vida a través del cuerpo.
La información que hemos recibido de las que estuvieron antes, habitan en cada una de nosotras. La relación que mamá, la abuela, la bisabuela, las mujeres de mi clan, de mi región han tenido con la menstruación, cobran sentido en mí, habitan en mí. Por ello, la forma de vivir el sangrado mismo, denota y transmite una serie de mensajes de gran importancia para tu salud como mujer y también para todos los integrantes del árbol genealógico.
Igualmente, todo aquello que tiene relación: desde los mensajes que has recibido, lo que has escuchado, tus vivencias con la menarquia: primer sangrado, y tus emociones, sensaciones y experiencias, tus perdidas (incluyendo abortos, si los ha habido) y todo lo que ha ocurrido a partir de allí. Reconstruir la historia.
Luego de varios meses de trabajo con María, su menstruación ha regresado, y con ella una necesidad de reconciliación. Pero, cómo hacer esa reconciliación, pincha aquí.
Un regalo lleno de cariño, espero lo DISFRUTES Y te sumerjas en el mundo de tu propia sanación, relacionándote desde un lugar diferente contigo misma, con lo que te rodea y con la vida.
Gracias por compartir
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