MITOS, MENTIRAS Y SUPUESTOS DE LA VIDA EN PAREJA
Actualmente suponemos que la vida en pareja es algo favorable, y estamos condicionados para encontrar al príncipe azul o a la princesa rosa.
Habitualmente, ese “encuentro” sucede cuando sentimos una fuerte atracción sexual por el otro. En seguida interpretamos que “eso” es amor. Y sobre la base de “ese” amor, armamos nuestros proyectos de seguridad. Las mujeres buscamos protección, sobre todo si creemos que en el futuro tendremos hijos. Los hombres buscamos suavidad y amparo.
Y así firmamos contratos titulados “amor para siempre” con letra brillante seguidos de varias páginas con letra chica que no leemos porque estamos muy ocupados haciendo el amor. Luego, más tarde, nacen los hijos. En consecuencia la fuerte atracción sexual, como mínimo, se modifica, por no decir algo más contundente. Desaparece “eso” que nos tenía tan “enamorados”.
Entonces empieza un período de reclamos mientras revisamos el contrato original, constatando todo aquello que hemos firmado de puño y letra. En esa letra chica figuran los hijos de matrimonios anteriores, los ex cónyuges con sus propias exigencias del pasado, las familias ascendentes con sus diferencias culturales o ideológicas, el mal humor de nuestro cónyuge, la debilidad, los malos hábitos, la pereza, la adicción al trabajo, las enfermedades, la incapacidad para generar dinero, la inestabilidad, el olor a cigarrillos y todos los pecados que parecen multiplicarse y manifestarse en ese individuo que duerme en nuestra cama. Creemos que la culpa es del otro, claro. Y que todo se solucionaría si el otro hiciera eso que nosotros queremos que haga.
¿Qué pasó? Pasó que “antes” tampoco hubo amor. Tal vez hubo deseo, miedo. necesidad de resguardo. Necesidad de compañía. necesidad de crear una ilusión. hubo necesidades a granel. Es decir, hemos utilizado al otro para satisfacer necesidades primarias. Pero resulta que el amor es otra cosa.
El Amor es ofrecer y poner a disposición lo que el otro necesita o desea, sin necesidad de dejar de ser yo, sin olvidarme de mi, de mis necesidades.
El amor sólo pretende complacer, respetar las diferencias, lo que tu eres y lo que yo soy.
Por eso, si tenemos muchas quejas con relación a nuestra pareja, primero observemos si alguna vez lo hemos amado. Luego decidamos si estamos dispuestos a empezar a amarlo, a partir de hoy. Reconociendo lo que en verdad es, no lo que hemos querido que sea.
Texto base de Laura Gutman
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