Ayer la última sesión de trabajo fue en torno a la Independencia, ese escenario que es tan deseado y a la vez tan temido.
Sí, deseo ser grande, independiente, autónomo, etc; pero hacerlo me da miedo por todo lo que puedo perder, por el riesgo que implica.
¿Qué es lo peor que puede pasar?
le preguntaba a María.
Y tras una lluvia de palabras y un ahondar en la emoción, descubrió que el gran miedo que había detrás de no independizarse es el miedo a equivocarse.
Cuando lo pudo verbalizar, su rostro cambio.
Por fin pudo poner palabra a aquello que le había estado obstaculizando por tanto tiempo para conseguir sus sueños y su ansiada libertad.
María, me hizo pensar en todas las veces que las mujeres entramos en este escenario, en el que vamos escribiendo la vida con tanta exigencia, que parece que el libro de nuestra historia no puede tener tachones, enmendaduras, borrones.
Ese escenario en el que dejo de actuar, dejo de hacer, me limito, me encierro.
El miedo al fracaso, al error, a equivocarnos se hace presente, está en nuestras vidas, y es necesario que este, pero en su justa proporción.
Es necesario renegociar con nosotras mismas los niveles que nos imponemos, las exigencias, la vida perfecta, la mujer perfecta, la hija perfecta, la esposa perfecta, la vida perfecta...
y permitirnos la equivocación,
usar corrector,
reescribir nuestra historia,
aceptar los tachones, errores y aprendizajes en el libro de nuestra vida.
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