Ayer hablaba con una mujer que está viviendo una experiencia que suele repetirse en muchas relaciones y que tiene costes emocionales muy altos dentro de la dinámica de la pareja y la familia.
Se trata de una mujer cuya pareja no acepta a su madre y sus orígenes. Ella vive una especie de triangulación en la que todo va bien cuando hay alianza con su pareja, pero no está la madre; por el contrario, todo se deteriora con la pareja cuando aparece la madre o ella demuestra actitudes de afecto y atención hacia ella.
Los mensajes que recibe esta mujer están constantemente orientados a "abandonar" sus orígenes, a olvidar la relación con su madre, y de algún modo romper el lazo familiar establecido.
Debo decir que no es la primera vez que escucho este tipo de situaciones, en las que la pareja establecer una “norma” de abandono emocional y vincular a la familia de orígen. Mientras escribo este texto, recuerdo a una mujer que conocí hace 13 años, cuya pareja le "prohibió" volver a ver a su familia, volver a su país, fue un "acuerdo" innegociable que ella acepto, y que tuvo graves consecuencias a mediano plazo en su salud emocional y física. Pasados algunos años de no ver a su familia, una dermitis se apoderaba de ella cada cierto tiempo, cuando se aproximaba la fecha en la que emigro de su país. En aquel entonces, los médicos no encontraban un sentido a lo que ocurría. Ella recibía todo tipo de medicamentos, cremas y ungüentos para paliar los efectos en su cuerpo; pero nada parecía hacerle efecto. Una vez, pudo hablar de ello, de su dolor, de su pena por haber aceptado esta desvinculación, su síntoma empezó a desaparecer.
Estas situaciones me llevan a pensar, en los "sacrificios" que algunas veces se realizan por estar al lado de una pareja. Quizá el miedo a la soledad, las carencias afectivas, la inseguridad, situaciones de maltrato y abuso, entre otros, se conjugan para aceptar este tipo de acuerdos y vivencias.
Soy consciente que cada caso requiere atención especial, conocer el contexto y la realidad de cada mujer y cada pareja para poder sanar y conciliar las vivencias. Sin embrago, no dejo de pensar en cuántas mujeres hacen este tipo de sacrificio de abandono al clan familiar, a los lazos de sangre, no por voluntad propia sino por imposición? ¿Cuántas mujeres dejan que sea su pareja la que controle las veces que ve a su familia, las visitas, los aportes económicos e incluso el hecho de poder asistir a momentos como la enfermedad y la muerte?
Y qué sucede entonces con aquellas parejas que niegan los orígenes de uno de sus miembros?
De una u otra forma es negar una parte de él o ella, es negar su historia, sus raíces y lo que ha constituido a esa persona.
“Cuando mi pareja rechaza a uno de mis padres, me rechaza a mí. Cuando no respeta a mis padres o los menosprecia, me rechaza a mí. Pero te doy la razón en lo que antes dijiste. Hablabas de que un hijo también aporta algo propio. Sí, cada uno tiene algo especial, algo adicional, para así decirlo. Hellinger”
Siento que es un tema muy interesante, que tiene diversas visiones y que engloba situaciones vinculadas a las alianzas familiares, los acuerdos de pareja, los nuevos vínculos, entre otros; pero también de un modo sutil o evidente, conlleva rasgos de maltrato emocional, a los cuales hay que prestar especial atención. Finalmente son señales que permiten identificar en qué tipo de relación te encuentras.
¿Conoces mujeres a tu alrededor que de algún modo han tenido que abandonar su clan de origen, su familia?
¿Tu pareja acepta y respeta a tu madre?
¿Sientes que tu pareja acepta y respeta tu familia, tus orígenes?
¿Has tenido que hacer algún tipo de “sacrificio” para estar con tu pareja actual. De qué se trata?
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