Esta mañana leía este texto que me resuena interiormente, sobre todo luego de escuchar ayer la historia de una joven que ha vivido por más de 10 años en un modelo de relaciones de dependencia emocional y afectiva. Las razones por las que una mujer acepta, vive y experimenta este tipo de relación es algo a trabajar con cada persona. Si bien, hay elementos comunes, cada mujer es única y de algún modo requiere de un acompañamiento también único. La perspectiva del texto, es llamativa, quizá por su lenguaje. Para mí, lo esencial y quizá con lo que me quedo, es con la posibilidad que tenemos hombres y mujeres de re-aprender nuevas formas de amor; aprender a poner límites, a amarnos, cuidarnos y respetarnos, desde una perspectiva de auto cuida.
Soy yo responsable de MI.
Hay mujeres que no saben poner límites, que no se cuidan, que no son conscientes de aquello que les hace daño, especialmente las jóvenes. El dejarse penetrar indiscriminadamente consume su energía vital y menoscaba su poder y su fuerza creadora. La matriz es un centro de percepción y toma de decisiones; el hara es el centro energético y sede de la vitalidad, del bienestar y el ánimo, cuna de nuestro instinto y fuerza vital, lugar sagrado con el que necesitamos reconectar y ser plenamente conscientes de su extraordinaria fuerza generadora de vida.
Cuando una mujer tiene relaciones sexuales con hombres egoístas que no la aman está acentuando la herida sobre lo femenino. La mujer que da sexo a cambio de amor paga un precio: suele enamorarse al practicar sexo porque su naturaleza es amar en las relaciones sexuales, se abre para recibir y después se siente vinculada. He visto en consulta a muchas mujeres con heridas sexuales y diferentes síntomas físicos y psicológicos (depresión, inseguridad, desvalorización, ansiedad, culpa) que han estado en relación con hombres narcisistas, ausentes en las relaciones sexuales, perdidos en sus fantasías de auto satisfacción.
La propia mujer se daña cuando actúa desde un patrón masculino, con una sexualidad superficial desligada del corazón, al permitir que el hombre la use para descargar y aliviar su tensión sexual, en un acto sexual que es una forma de masturbación. Ahora bien, aquello que no es bueno para ella tampoco puede serlo para él, tengamos en cuenta que ese mismo trato poco considerado él lo tiene consigo mismo, aunque no sea consciente también está agrediendo a su ánima, su parte femenina.
La pelvis es un contenedor de energías físicas, emocionales y espirituales. Es la zona de la creatividad, expresividad, sensualidad. La matriz es depositaria de la historia sexual, tanto de las buenas experiencias eróticas como las traumáticas. La pelvis refleja la sexualidad, la capacidad para enraizarnos y encontrar nuestro lugar en el mundo. D_isfrutar de una pelvis sana posibilita a la mujer gozar de una buena sexualidad y vivir de forma natural sus ciclos femeninos._ Cuando la mujer se libera de la coraza de su pelvis la energía fluye y la creatividad se libera, recupera la fuerza y el poder de su hara y empieza a integrar el arquetipo de la mujer salvaje.
La sexualidad tántrica representa una ayuda extraordinaria en la sanación de las heridas sexuales de la mujer -y también para las del hombre- porque tiene un elevado poder transformador capaz de reequilibrar todos los planos, desde el físico y el emocional al espiritual, y hace posible incorporar en cada encuentro amoroso una nueva información en el cuerpo y el alma desde el respeto, la consideración y el amor incondicional. En palabras de Barry Long: “Haz el amor por amor, sólo por amor. Y cuando estés haciendo el amor no esperes nada más allá de ese momento. Si no hay suficiente amor en tu compañero, deja de hacerlo; no hagas el amor”.
Es esencial para la mujer que transita un camino de consciencia ser extremadamente cuidadosa en la elección de sus compañeros sexuales, lo que lejos de estar a favor de la represión o la negación de la libertad sexual significa ir un poco más allá y ser plenamente responsables y conscientes de las consecuencias de nuestras elecciones.
-Ascensión Belart.-
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