19-05-2018
Hoy hace justo una semana me encontraba en Bogotá, la ciudad en la que crecí. Días previos había pedido a uno de mis hermanos que me acompañara a hacer el recorrido por las casas en las que viví desde el momento de nacer, así como los dos colegios donde estudie mi primaria y secundaria.
Algunos se preguntarán para qué hacer este recorrido, entre ellos mi madre, quién con insistencia me decía: "mija, qué necesidad tiene de volver allá"... Y es que motivada por mi propio proceso de Sanación, sentí ese llamado a recorrer los pasos que me han traído hasta donde estoy hoy.
Recorrer el camino transitado en la vida, es algo que ocurre justo antes de morir, cuando la persona se encuentra en esta étapa al final de la vida. Y es que para mí, este viaje ha sido de algún modo una muerte simbólica, un cierre de aquellas heridas del pasado que quedaron casi incrustadas en el cuerpo, y que aunque reconocidas, de vez en vez me descubro que aún están dejan resagos que es necesario cerrar.
El viaje empezó por el que fue mi colegio en preescolar, primaria y parte de secundaria, literalmente mis primero años, pues mamá era profesora allí. Al llegar al sitio, la calle estaba sola, aunque yo la recordaba llena de niños jugueteando; las emociones se apoderaron de mí y las lágrimas cayeron en mi mejilla en una mezcla de alegría, amor profundo y agradecimiento.
Y aunque el colegio estaba cerrado, me decidí a golpear la puerta con la esperanza que alguien abriera (en un sueño previo había visto que me abrían y podía entrar) así que con total convicción toque tres veces y me abrieron; y tras explicar al portero los motivos de mi visita, allí estábamos mi hermano (ex alumno de la primer generación de egresados, mi madre profesora de aquel lugar durante años y yo). No puedo describir con palabras aquel momento, se queda corto!!!.
Lo que vivimos y nos permitió nuestro paso por aquel colegio a los tres, representó sin duda un cambio en nuestra vida y el de nuestra familia.
Y ante nuestros ojos, el Colegio. Aquello que para mi niña era gigante, ahora cambiaba su forma, su tamaño; sin embargo parecía que todo había quedado intacto en el tiempo, hermosamente cuidado (algo que nos asombró a los tres).
Imágenes, iban y venían, mis primeras actuaciones en el teatro (que ahora lo veía tan pequeñito), los diversos salones por los que tuve clase, y el patio del cole en el que viví momentos de admiración (izadas de bandera) y castigos (por desobedecer, contestar, no jugar con otros niños, pero sobre todo por irme a los osarios a hablar con los muertos jajaaja algo que la psicóloga de turno no logro entender jamás e intentaba remediar mi "mal" con el ritalin de la época (afortunadamente en mi casa hicieron caso omiso al "mal"de la niña)
No sé muy bien porque estoy contándoles todo esto, quizá porque para mí, volver al origen me ha permitido verme, verme desde afuera en este proceso de avanzar siendo cada vez más consiente de dónde vengo y hacia dónde voy.
Sin duda todo el tiempo que pasé en aquel colegio desde que llegue a la vida hasta que cambie a un nuevo barrio (17 años) ha sido parte de mi pilar de vida. Allí se configuró una parte esencial de mí, de mi forma de ver el mundo, de superar obstáculos, de superación personal, de caer y levantarse, de soñar, de recibir, sobre todo eso, de recibir. Ahora veo con profundo agradecimiento a quienes desde Bélgica auspiciaban parte de la formación de los niños de aquel colegio. Niños y niñas que como yo habíamos nacido en contextos desfavorecidos y que desde otro lugar del mundo, lejano en aquel entonces recibíamos una carta anual con la beca de estudio para todo el año, gracias a un proyecto hermoso que en su tiempo desarrollo el padre Abel Jordana creador y fundador del colegio.
Tras unos momentos de distracción recordando, sigo mi escrito....
Y tras visitar el colegio, sus rincones, hacer mi ritual de agradecimiento y soltar los momentos dolorosos que allí viví y que marcaron radicalmente mi vida de niña, seguimos camino a las calles de aquel barrio que me vio crecer, hasta llegar a la casa de mi infancia, esa que vi construir ladrillo a ladrillo. Y allí estaba, frete a aquella casa que un día abandonamos para buscar un mejor futuro, pero que sin duda sigue acompañándome, ayudándome a reconectar y recuperar esa energía, fuerza y vitalidad que en un instante parecía extraviada en la infancia. Allí, reconectando con los primeros pasos, la casa, la fuente para cerrar este ciclo de mi vida y continuar con la siguiente etapa.
Calles, olores, encuentros, momentos, que hoy una semana después empiezo a tejer con total y profundo amor y agradecimiento. Desde aquella casa en la que fui recibida cuando llegue al mundo, las calles que me vieron jugar, los pasos que como niña, adolescente y mujer me traen hoy aquí.
Si me sigues, quizá te estés preguntando porqué escribo esto que es tan personal en este blog en el que hablo de mis terapias.
A lo cual puedo decirte:
- He sentido el impulso de hacerlo.
- Quiero compartir este proceso de sanación contigo. No digo que sea la única forma, pero sí desde mi propio ser, vivir y sentir, volver a la infancia, volver al origen, soltar y sanar ha sido el modo de ir creando un método de sanación por el que yo misma he transitado y desde el que sin duda he aprendido a acompañar a otros en todas las etapas de la vida.
- Me he sumergido en esas emociones que en ocasiones no gustan, he pesado por el dolor, la rabia, el miedo, el abuso, la reconciliación y el perdón. Ese que me ha permitido soltar y hacer un escenario suave para mi niña, mi presente y mi futuro.
- Porque soy una enamorada de vivir agradecida cada día por las experiencias que me ha dado la vida y ver como en un álbum de fotos cada etapa de la vida, me recuerda quién soy, dónde estoy, cuál es mi misión y sentido de haber transitado por las luces y sombras de este camino hermoso que ha sido la vida.
- Y finalmente, porque es una forma de que conozcas un poquito más de mi, de está mente soñadora que cree, confía y ama y esta convencida que hay que soltar carga de la mochila emocional para hacer del viaje de la vida algo más lijero y disfruton.
[caption id="attachment_15161" align="alignleft" width="432"] Volviendo al que fue mi colegio en preescolar y primaria.
Mis primeros años de cole donde viví momentos increíble, aprendí a leer, escribir, hacer teatro, pintar... También donde se asentaron unos cuantos miedos.
Y allí, fui a soltar y agradecer en este viaje de sanación y amor que ha sido la visita a Colombia.
Parece que la niña y la adulta se encuentran en la puerta, una caminando al pasado y otra al futuro.
Una imagen maravillosa.[/caption]
Gracias por leerme y compartir tu vida y sentir
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